17 julio 2014

Martines bajo la lluvia, chotacabras y el vuelo del aguilucho pálido

¡El Bercial es una mina! No hay momento que estés allí sin ver algo, ya sean los elanios yendo de un lado a otro, las garzas imperiales, e incluso las tímidas carracas despegando al paso del coche...
El mes pasado visité el hide del aguilucho lagunero, ¡aunque la verdadera estrella fue el martín pescador!

Entré al hide de noche, y estaba cayendo una tormenta como nunca había visto... en la oscuridad, se veían los rayos reflejados en las aguas de la laguna, y un par de segundos después un trueno que hacía vibrar el suelo del hide... la verdad, no se cuándo amaneció, porque estaba tan nublado que no podías distinguir la noche del amanecer... aquí ves a la familia de urracas (Pica pica), con sus espectaculares coloridos e inteligencia ¡hasta con el trípode las fotos quedaban movidas!

Según iba clareando, los silbidos de los martines pescadores (Alcedo atthis) resonaban por la laguna, y se empezaron a posar en sus posaderos de pesca... al principio estaban un poquito lejos, pero yo tenía una esperanza: la noche anterior habíamos colocado un posadero nuevo justo delante del hide... ¿lo cogerían?

Ellos seguían a lo suyo en los posaderos de lejos, era de lo más entretenido ver cómo se comportaban: aquí ves a un pollo pidiéndole al adulto que le cebe, pero ya están tan crecidos que los padres deciden que de eso nada... y a modo de respuesta le lanza un chorro de guano, ¡pobre pollo!

Y entonces oigo una llamada de martín a mi izquierda, miro el posadero de cerca y veo ésto... ¡se acababa de posar justo delante!

Rápidamente le metí zoom y le empecé a disparar ráfagas como el demonio: ¡lo bueno del cristal espía es que a pesar de tenerlo a 3 metros ni se inmutó!

Y entonces echa a volar... "ya lo he perdido", pensé. ¡Pero no! Al cabo de un segundo vuelve y con un pez en la boca, se había tirado a pescar. A pesar de llevar sólo desde la noche anterior, ya habían aceptado el posadero

Y no sólo eso, sino que también se posaban en las eneas de detrás del posadero, una y otra vez: ¡estaba que no me lo creía!

La lluvia no daba tregua, y ahí estábamos los martines y yo, esperando a ver si paraba... ¡pero mientras tanto yo me lo pasaba de lo lindo observándolos!

La verdad es que era una sensación rara, porque a pesar de estar viendo muchos pájaros (el aguilucho, la garza real, un críalo, zarceros, etc) la lluvia hacia que todo estuviera silencioso, y no oía nada más que el repiqueteo de la lluvia en el techo de madera del hide, algún trueno en la distancia y el silbido de los martines... bueno, y esta pobre tarabilla (Saxicola torquata) que vino a sacudirse el agua de la lluvia

Y de repente, miro a la orilla y entre las cañas veo una forma moviéndose... ¡era el rascón (Rallus aquaticus)! Este habitante del carrizo es muy tímido y raras veces sale al descubierto, ¡pero es que el Bercial es un sitio único!

Tanto que durante cinco minutos estuve viendo sus andanzas, a la vez que tenía los martines en el posadero, qué espectáculo

Sólo había visto a este animal una vez, en la Casa de Campo, pero fugazmente y ni me dio tiempo a sacar la cámara. Desde luego aquí me desquité, vaya recital

Y así finalizó mi estancia en el hide del lagunero: ¡vaya éxito! Al mediodía amainó la tormenta y por la tarde hacía un sol radiante, ideal para buscar al más camuflado de los animales de El Bercial: ¡el chotacabras!

Este chotacabras cuellirrojo (Caprimulgus ruficollis) estaba posado en una rama sobre el arroyo como si fuera un martín pescador, la verdad es que se camuflan a la perfección

Pero fue ese atardecer cuando verdaderamente me di un festín de chotacabras: les gusta posarse al atardecer en una pista hasta que cae la noche, pero esta vez todavía quedaban unos minutillos de luz y ahí estaba... me fui acercando como si no lo hubiera visto, parándome a ratos y apuntando con la cámara a otros sitios: ¡funcionó! Cuando estuve delante, me tumbé y le conseguí hacer esta foto en la cual se aprecia su hermoso plumaje: ¡un sueño hecho realidad para mí!

Y al amanecer siguiente, ya sin tormenta, me esperaba mi última oportunidad: una visita al hide de una especie que nunca antes había podido ver:

¡El aguilucho pálido (Circus cyaneus)! Esta imponente rapaz inverna en nuestro país pero raras veces cría en la península. ¡Pero como dije antes, El Bercial es único! 

El aguilucho pálido cría en el suelo, hace un pequeño lecho de hierbas y ahí mismo pone los huevos. En las llanuras naturales no debería haber problema, pero con la llegada de los humanos y las mega cosechadoras de escala industrial, a estas rapaces les ha salido un nuevo problema: las cosechadoras ni se molestan en parar cuando ven los nidos y los pollitos mueren bajo sus hojas

Pero por suerte en El Bercial, los esfuerzos conservacionistas permitieron que la cosechadora dejara una isla de vegetación donde crían los aguiluchos: ¡gracias a eso están sacando adelante una nidada! Y cerca de la isla de vegetación está instalado el hide desde el cual pude disfrutar de los vuelos de esta maravillosa rapaz

Se trataba de un macho adulto (de color pálido como bien indica su nombre) que había cazado un pajarillo y lo estaba trayendo al nido... pero como inteligentes rapaces que son, no entraba descaradamente a cebar, sino que para no dar pistas del nido, daba vueltas y vueltas para comprobar que no había depredadores observando

¡Y claro, yo me hinché a hacer fotos! Menudas garras tenía, y el pobre pajarín ya estaba completamente desplumado, ni idea de qué especie puede ser... ¡desde luego la oportunidad era perfecta, el macho pasó realmente cerca!

Tampoco hacía falta estar muy atento a ver si venían, porque cuando el macho traía una presa, hacía una especie de chillidito como de peluche que hacía que saliera la hembra a recibirle inmediatamente 

Distinguir machos de hembras es muy sencillo: aquí ves cómo la hembra (que salía a recibir la comida que traía el macho) tiene un plumaje marrón oscuro con franjas y listas, nada que ver con el azulado macho (que da el nombre en latín, Circus cyaneus, o "aguilucho ciáneo") 

Aquí ves a la hembra sobrevolando el nido, con las montañas y los olivares al fondo. En inglés se les llama "hen harrier", o "aguilucho de las gallinas", porque los aguiluchos habían aprendido que no hay nada más fácil que cazar las gallináceas que tenían los humanos para cazar. Esto les ha llevado a estar muy amenazados en Inglaterra porque los cazadores no quieren que nadie les quite "sus" presas (mucho énfasis en las "")

En cualquier caso, en el Bercial están a salvo y con unos padres tan atentos, seguro que sobreviven muchos de los pollos. Y qué mejor prueba que ésta foto del macho alejándose del nido sin presa ya: ¡salía a buscar la siguente!

Y así termino esta entrada, ¡como puedes comprobar no hubo un momento de tener la cámara apagada!

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