30 octubre 2014

La carraca: ¡el diamante azul de Botswana!

Botswana es el hogar de cientos y cientos de especies de aves... las hay de todo tipo de formas, tamaños y colores. Y de todas esas, ¿sabes cuál es la que escogieron como ave nacional? ¡La carraca de pecho lila!

Y el mejor lugar para encontrar a este mítico animal es éste: el delta del Okavango en el norte de Botswana. Mmmm, si yo fuera una carraca, estaría encantado de vivir aquí, con todos esos árboles para vigilar el territorio y un montón de presas: ¡es el lugar perfecto!

Y viendo éstos colores: ¿quién no la habría nombrado ave nacional? La carraca es como un farol turquesa encima de cada árbol de la sabana

La verdad, las carracas lo ponen fácil para verlas: no sólo por sus colores (obviamente) ¡sino porque son de las aves más abundantes que hay! Aquí en España, ver una carraca europea es muchísimo más difícil, pero allí se veían por docenas

Pero dentro de su abundancia, este safari es que fue una exageración: había tantas que terminaron siendo el chiste del viaje... -¡mira, otra carraca!- decíamos -¿Otra? ¡No creo! Ah pues sí, otra más... ¡hala, y otra!-  Al principio del viaje las llamábamos por su nombre, "mira, una carraca de pecho lila", luego era "mira, una carraca" y al final ya con las iniciales "mira, una CPL" ¡Llegué a hacer el cálculo de que habríamos visto más de 100 en los 10 días! Pero cada una que veíamos tenía una emoción especial

Cada encuentro era único. Sin ir más lejos, la hora del día hacía que cambiaran radicalmente. Aquí ves a una posada en un termitero de Moremi cuando empieza a despuntar el sol. Estaba más hinchada y sus colores más apagados...

...¡y aquí otra en Savuti con una luz de atardecer que hace que brille en fosforito! Ese turquesa, ese verde, ese lila... parece un animal de fantasía

 Pero la verdadera belleza de la carraca se revela cuando emprende el vuelo... una mancha azul brillante que sobrevuela la sabana es todo lo que se suele ver, pero cuando consigues congelar ese vuelo, aparecen tonos y gamas de color increíbles

 Pillar a las carracas en vuelo fue toda una odisea, ¡siempre despegan justo cuando dejas de mirar!

¡Ñam ñam, esta libélula seguro que le supo deliciosa! Su bello aspecto no significa que no sean cazadoras implacables, pueden llegar a capturar hasta ratones

Pero todos nuestros avistamientos iban a palidecer en comparación con éste. 
Era media mañana en Khwai, y en la orilla del río un tocón de árbol muerto en el borde de la pista servía de posadero a una carraca. Le hicimos unas cuantas fotos y continuamos por la pista, lo cual nos acercaba a la carraca...

-¡Vaya, todavía no se vuela!- pensábamos. Ahora estábamos más cerca y los fondos iban variando según nos acercábamos. El posadero era muy bajo, apenas metro y medio sobre el suelo, así que no tardaría en volar. ¿Tal vez nos aguante un poco más?


-¡Wow! ¡Estamos ya a 6 metros y aquí sigue, posando!- pensé. Qué maravilla, poder ver a semejante animal a esta distancia

Lo espectacular del momento no era sólo ver la carraca en sí, sino el hecho de que estuviera completamente libre, en este paraíso que es su hogar. Por eso puse el zoom al mínimo para que detrás de la carraca se viera todo el paraje


Pasaba el rato y allí seguía, como si no nos hubiera visto. Avanzamos el coche un par de metros más y fuimos consiguiendo distintos fondos, como éste verde oscuro que contrasta con su cabeza


La oportunidad era única, tenerla a esta distancia me permitió fijarme más detalladamente en aspectos como las garras. Las escamas son como una armadura, ¡y las garras, temibles! Qué cantidad de animalillos habrán caído bajo esas patas...

Pensamos que ya que no se volaba, de perdidos al río, intentemos avanzar un último trecho... ¿tal vez tendría un nido? No era época de cría. ¿No podría volar? Parecía perfectamente sana... en ese caso, ahora sí que se irá, no nos va a permitir estar a 2 metros de ella... ¿o sí? 
¡Pues milagrosamente sí! En Botswana, como ya no se caza ni se daña a los animales, están lógicamente muy confiados... ¿pero ésto? Hasta nuestro guía, que ha pasado años en el campo, estaba perplejo. ¡Y nosotros más aún, claro! Aquí ves a Patrick, otro de los participantes del safari, ajustando la cámara con la carraca a 2 metros


Yo desde luego, no estaba pensando con claridad, jajaja, la emoción era tal que me lié a hacer fotos y fotos, 130 imágenes de la carraca, sin pensar que a ver luego quién las edita. Pero en realidad, al repasarlas en casa me doy cuenta de muchos detalles que allí no se percibían

Lo más llamativo de la carraca son sus plumas coloreadas, pero es cuando las ves así de cerca cuando aprecias la verdadera complejidad que tienen. En el recuadro puedes ver la estructura en pequeñas fibras o barbas, cada una diminuta y de un color distinto: ¡un prodigio de la naturaleza!

Al cabo de un par de minutos, empezó a mover la cabeza con más inquietud, estaba buscando otro nuevo posadero.. tenía que continuar su ronda por el territorio

Y esta fue la última mirada de la carraca. Emprendió el vuelo hacia otro árbol y continuó con su mañana como si nada hubiera ocurrido, pero a nosotros nos había dejado un momento inolvidable grabado en la memoria

Las carracas (sobre todo esta última) nos enseñaron una perspectiva nueva de ver este ecosistema, pero en las sabanas de Botswana quedaban muchas más aves de colores... ¡continuará!

10 octubre 2014

Botswana: hogar de las rapaces de África

Salimos por la mañana de la ciudad de Maun porque empezaba lo bueno: nuestro safari en busca de animales que durante 10 días nos permitió presenciar uno de los lugares más bellos del mundo, el delta del Okavango. Fue indescriptible. Tuvimos la suerte de ver un montón de animales, y durante estas entradas os hablaré de algunos de los más especiales habitantes de Botswana, las aves. El objetivo de un safari siempre son los grandes mamíferos, pero entre mamífero y mamífero pudimos ver multitud de pajarillos: en esta primera entrada sobre las aves, las más espectaculares, ¡las rapaces!

Ésta es la vista que tienen las grandes rapaces que sobrevuelan el delta del Okavango: ¡casi nada! Los interminables meandros de la zona de Moremi y Chief Island son el hogar de muchísimas rapaces

El "enterrador de la sabana", como se conoce al hooded vulture (Necrosyries monachus) es una de esas rapaces, desgraciadamente aquí los buitres también están en peligro de extinción

Entre ellos el white-backed vulture (Gyps africanus), pariente cercano de nuestro buitre leonado. Aquí ves a uno preparándose para sobrevolar el río Chobe

Tal vez la más bella sea el águila rapaz (Aquila rapax), un animal que encarna la elegancia y belleza de las rapaces

El mejor lugar para verlas es el frente del río Chobe, donde pudimos observar cómo dos águilas estuvieron a punto de cazar unas gallinas de Guinea al amanecer. Aquí está volviendo a su posadero después del lance fallido

Pero tal vez el águila más extraña y colorida sea la volatinera (Terathopius eucaudatus), que parece no tener cola y es la acróbata entre las rapaces... ¡y menudos colores!

Sin embargo, de todas las águilas, la más representativa de África es el pigargo vocinglero (Haliaeetus vocifer), la pescadora por excelencia

El pigargo en vuelo, un espectáculo imponente para la vista

Siempre están cerca de ríos o lagunas, como ésta que estaba en el río Khwai... pero si te fijas, es tal la densidad de animales que detrás de ella verás muchos otros animales: hay varios antílopes acuáticos, un ganso de espolón y hasta una garceta negra

Los peces nunca están a salvo si hay un pigargo cerca: en cuestíón de segundos se deja caer hacia la superficie del agua como un proyectil, extiende las patas y el pez ya no tiene más que hacer... con gran fuerza, el águila sigue volando pero ya con el pez sujeto en sus firmes garras

Su canto es el sonido de Botswana por definición, ¡una serie de chillidos que oirás cada vez que pongas un documental de África! Oírlas en directo fue precioso, algo que inmediatamente asocié con una profunda felicidad

La verdad es que tuve mucha suerte, conseguí fotografiar varios despegues y vuelos de los pigargos, no es que vuelen muy rápido, pero los nervios siempre me juegan malas pasadas... ¡bueno y también parecía que estaban esperando a que no mirase para despegar!

La pareja de águilas de este tramo del río Chobe se prepara para la caída de la noche... Ya que estábamos en una colina , conseguimos esa perspectiva tan especial: están posadas en un árbol, pero por debajo de nosotros

Seguramente no esté siendo imparcial, pero ésto, para mí, ¡¡es el absoluto paraíso!! La pareja de águilas con las llanuras del Chobe detrás y la última luz de un día de invierno, cebras incluidas... fue inolvidable, ya no tanto por lo fotogénico sino por la tranquilidad que transmitía

El aguilucho lagunero etiópico (Circus ranivorus) persiguiendo/siendo perseguido por las avefrías palustres

¡Pero cuando pensamos en rapaces, nos solemos olvidar de las nocturnas! El gigantesco búho de Verraux (Bubo lacteus) es el terror de los pequeños animales por la noche, y tuvimos la suerte de encontrar éste en pleno mediodía

Pero para rapaz nocturna, el mochuelo de El Cabo (Glaucidium capense). Lo encontramos de milagro al atardecer, ¡y estaba cerquísima! Me acordé en ese momento de los mochuelos de la Casa de Campo en Madrid: ¡pese a los más de 7.000km que separan estas dos especies, ambas mantinen la misma belleza de mochuelo!

Aquí, al descubierto y con una luz nublada, se resaltan al máximo los colores del mochuelo, ¡fue inolvidable!

Y hasta aquí la primera parte del especial sobre Botswana, ¡continuará!