28 marzo 2015

¡¡Abejarucos de Botswana!!

Siempre se dice que "lo mejor para el final"... pues como habréis notado, llevo 8 meses poniendo fotos de las aves que vimos en Botswana en nuestro safari y no había enseñado ningún abejaruco, la joya de la corona de la avifauna africana. ¡Helos aquí!

 La reserva de Moremi desde el aire. Todos esos árboles son perfectos para que se posen los abejarucos, y el río es un hervidero de insectos. ¡El espectáculo está servido!

¿Y cuál mejor que el abejaruco menor (Merops pusillus)? ¡Será pequeñito en tamaño, pero en la memoria de los observadores de aves, ocupa un sitio muy grande!

Y es que es un animal único. Como todos los abejarucos, tiene un vuelo elegante, un canto muy agradable y cómo no, unos colores espectaculares. ¡Bueno vale, es cierto que no soy muy imparcial con los abejarucos, pero al fin y al cabo el blog se llama "Abejarucos y otros animales" por algo!

Lo bueno de estos abejarucos es que son muy habituales en la sabana... tanto que a veces hay overbooking en los posaderos y tienen que compartir con una bandada de bluebirds. No me extraña teniendo en cuenta que la población mundial de abejaruco menor es de nada menos que ¡80.000.000!

Un viejo árbol de mopane en el corazón de la reserva de Moremi era el posadero desde el cual una pareja de abejarucos lanzaba sus ataques a los insectos que pasaban... y para nosotros iba a ser la oportunidad fotográfica del siglo
¡Despliegue de colores! Fíjate con detenimiento y verás los infinitos matices de naranja, azul, verde, negro y todo entre medias

Pero entonces me fijé en que como había luz muy intensa, podía intentar pillar algún aterrizaje. Preenfoqué una ramita que tenía buena pinta y esperé... de repente vino uno, hizo una maniobra y se posó. Yo había disparado como un poseso, pero, ¿habría quedado algo?
¡Sí! Puedes ver cómo extiende las plumas caudales al máximo para maniobrar con la mayor precisión. Al fin y al cabo, aterrizar a esas velocidades no debe ser nada fácil

Volvió a despegar y entonces enfoqué la rama donde estaba el otro individuo. ¿Dos veces sería mucho pedir? ¿O habría suerte de nuevo? Dejé el foco bloqueado y contuve la respiración...
 -Click, click- el segundo abejaruco entró en el encuadre, una forma borrosa que se dejaba llevar por la inercia sin apenas batir las alas. Un buen comienzo, pero todavía tenía que posarse al lado del otro...

 ¡Así fue! Extendió las alas y se preparó para el aterrizaje: ya estaba dentro del campo de foco y la escena era idílica, un abejaruco posado y el otro llegando detrás...

Y entonces empezó a plegar las alas y extendió el "tren de aterrizaje". Ahora le daba un sol de lleno en las alas y la cola. ¡No podía pedir más! Qué ilusión me hizo, fue sin duda uno de los momentos más memorables del año

Otra especie de abejaruco es mucho más tímida y escasa: el abejaruco de cola de golondrina (Merops hirundineus)
Solo pude fotografiar a esta bonita pareja con las últimas luces de la tarde en el entorno del río Khwai. Desde luego no cabe duda de por qué le pusieron ese nombre, es bastante descriptivo

Pero sin duda, el rey de todos los abejarucos es el abejaruco carmesí (Merops nubicoides)


Estas aves llegan a Botswana en septiembre, y nosotros fuimos en agosto, así que sólo vimos unas primeras avanzadillas

Aunque tampoco es que hubiera pocos precisamente... la foto es parte de una concentración de unos 50 ejemplares, pero es que las agrupaciones pueden llegar a ser de miles

Y como todos los abejarucos, es un ave de lo más inteligente: pueden adaptarse y pescar peces zambulléndose en el agua como lo haría un martín pescador. Además, como anidan en túneles que excavan en taludes de tierra, son previsores y los cavan en la época de lluvias, mucho antes de tener que utilizarlos. Así la tierra está más blandita y es más fácil. ¿Aves previsoras? ¡Y tanto!

Y para el final he dejado el encuentro más fotogénico de todos los abejarucos... era nuestro penúltimo día y no habíamos visto ni rastro de esta especie, cuando en un paseo en barca por el Chobe...
-¡Ahí está, ahí está! ¡Pero si es el de frente blanca! ¡Stop, stop, please! ¡Ay dios, si tiene una libélula y todo!- decía yo en mi entusiasmo. Y es que el abejaruco de frente blanca (Merops bullockoides) estaba siendo mi némesis todo el viaje, esquivándonos una y otra vez. Y ahora, ¡espectáculo!

Y como puedes ver, es un cazador eficaz: pueden hacer hasta 300 sesiones de caza al día. Y son una de las aves más estudiadas por su comportamiento de cría. Forman colonias de hasta 200, y tienen grupos familiares de unos 17 ejemplares, con hasta 4 generaciones conviviendo. Lo más impactante es que tienen ayudantes en la cría, pero no jóvenes incapaces de criar todavía (como ocurre en otras especies), sino también adultos que podrían reproducirse por su cuenta! En lugar de eso, se ayudan entre sí para aumentar el éxito en la cría y perpetuar los genes de la familia: ¡la base de la empatía!

Una libélula viva no es agradable de tragar, ¿no? Así que la golpeó una y otra vez contra la rama para aturdirla

Y como la barca en la que íbamos estaba en punto muerto, el fondo iba cambiando constantemente como una cinta de deslizadora, en plan cuál te gusta más. Aquí ya le había hecho tal destrozo a la libélula que se la podía empezar a tragar...

¡Ñom, ñom!

Y una vez hubo terminado su merienda, el abejaruco se quedó descansando mientras iba cayendo la tarde en la plácida orilla del río Chobe...

El paisaje de Chobe donde vimos los carmesís y el de frente blanca

...y para mi tristeza, tan pronto como había empezado, nuestro safari se terminó. Habían sido apenas 10 días, pero 10 dias que dan para años de disfrute en el recuerdo. Una aventura única no sólo por la cantidad de animales, sino por la percepción de estar en el paraíso. Un paraíso donde coexisten todos los animales: yo os he enseñado sólo las fotos de las aves porque es de lo que va este blog, pero allí habita toda clase de animales. Y eso es gracias a los esfuerzos impagables de tantos héroes que han conseguido que Botswana sea un destino idílico y no un secarral abiótico como ha terminado buena parte de España. En 2013, Botswana prohibió la caza en todas sus formas. En España se puede cazar en los "parques nacionales". ¿Casualidad? Si queremos que se vean animales en España y les estamos pegando tiros... lo blanco y en botella suele ser leche.

No podéis dejar de visitar Botswana, de verdad, es cierto que es un sacrificio y no es gratis, por supuesto, pero os aseguro que os cambiará para siempre la vida: ¡a mí me la ha cambiado como nada más en este mundo!

19 marzo 2015

¡Cálaos!

Cualquier viaje a la naturaleza africana está marcado por los paisajes, las grandes rapaces, los cocodrilos y no digamos ya los mamíferos... pero hay un grupo de criaturas que pasan desapercibidas y que terminan de dar vida a este paraíso:

Los bosques y sabanas de Botswana, hogar de cálaos en todas sus formas y colores

Amanece un nuevo día y la luna todavía no se ha escondido... una silueta muy especial se recorta contra ella...

Nada menos que el señor cálao de pico rojo (Tockus erythrorhynchus)

¡Todo un emblema de la naturaleza africana! En el mundo existen 54 especies de cálaos, pero buena parte se encuentran en África

¡Y por suerte, son las aves más confiadas de la sabana! Cada dos por tres los ves a los lados de la pista, y es una gozada poder bajar al suelo a fotografiarlos: ¡lejos de espantarse como harían en España, algunos se acercan por pura curiosidad!

Cuando levantan en vuelo, son una auténtica joya... ¡pero anda que no es difícil pillarlos! Ese patrón de blancos, negros y marrones de las alas se te queda fijado en la retina y aún a día de hoy lo recuerdo como si lo hubiera visto ahora mismo

¿Alguna vez te preguntaste si las aves tenían pestañas? Bueno, ¡los cálaos al menos sí! En realidad son plumas modificadas pero cumplen la misma función que las nuestras... tras esos ojos hay mucho más que una bolita de plumas: la complejidad de la vida del cálao es tremenda. Se asocian con grupos de mangostas para encontrar la comida más fácilmente, y a cambio actúan como vigías avisando de algún depredador

Pero lo más alucinante es la prueba de empatía que ofrecen cuando hacen de centinela para las mangostas: dan el aviso de depredador incluso cuando ven una amenaza que lo es sólo para las mangostas. ¡Ellos están a salvo en cualquier caso, pero las alertan igualmente!

¡Desde luego un animal minusvalurado por muchos viajeros de safari!

Pero el de pico rojo no es la única especie: éste otro se llama cálao de Bradfield (Tockus bradfieldi) y es endémico de esa franja de Botswana y Namibia

Desde luego que el tamaño impresiona: más de medio metro de longitud, bastante más que una urraca

Y una vez más, lo bueno de Botswana que estos animales no desconfían de la gente... pero este cálao iba a llevar eso un paso más allá. Estábamos en el camping de Savuti, yo en la mesa acompañando a los chicos que estaban preparando la comida, cuando el cálao miró hacia abajo con ganas de saltar...

...¡y ya ves lo que pasó! Patrick, gran amigo (y excelente chef), no se sorprendió demasiado, pero yo estaba alucinando! Los cálaos se han acostumbrado a que siempre hay alguna sobra que pueden aprovechar, y no se lo pensó dos veces

Hay quien se horrorizará al ver ésto, considerándolo una corrupción del comportamiento animal espontáneo... pero francamente, no lo creo así. Los cálaos obtienen de los restos de comida sólo un aporte extra, no basan su alimentación en ello. Y para ellos, los humanos no son ningún riesgo (ni lo serán, porque en Botswana es seguro que no va a ir ningún imbécil violento a tirarles piedras). Y al fin y al cabo, no es muy distinto de las aves que se posan encima de los búfalos o elefantes para encontrar comida: ¡en la sabana, los humanos somos un animal más!

La enorme llanura de Mababe es uno de los muchos lugares donde vive el cálao por excelencia

El de pico amarillo (Tockus leucomelas), apodado cariñosamente la flying banana, el plátano volante, por su extraordinario pico amarillo chillón

Como todos estos cálaos, el de pico amarillo anida en huecos de árboles, pero no entrando y saliendo en la forma tradicional. La hembra se mete dentro, pone los huevos y sella la entrada con barro. Atrapada dentro, sólo puede asomar el pico: ahora depende del macho para que la alimente, a ella ¡y a los pollos!

Al igual que los abejarucos, martines pescadores, abubillas y demás amigos coloridos, los cálaos son sindáctilos, con los dedos de las patas fusionados. 

¡Y menudo genio tienen! Aquí ves a un cálao que no estaba muy contento con la presencia de la carraca de pecho lila que le había intentado quitar el posadero

¡Test de cálaos! ¿Cuál es cuál? 
Si respondiste que el de la izquierda es el de Bradfield y el de la derecha el de pico amarillo, te estás convirtiendo en un experto en la identificación de cálaos!

Ese pico es ideal para cazar bichillos en el suelo, pero tiene un precio, el peso. Y para contrarrestarlo, los cálaos son únicos en que tienen las dos primeras vértebras del cuello fusionadas para soportar mejor esa carga

Siempre es entretenido dejar a un lado el teleobjetivo e intentar sacar alguna imagen con el zoom corto, para que se vea el paisaje en el que vive el animal

Y para terminar, un cálao llama en lo alto de un árbol al amanecer... el cálao gris (Tockus nasatus), una especie esquiva que el año pasado no me dejó sacar ninguna foto decente

¡Y este año me desquité! Este pico rojo y blanco crema pertenece a la hembra... 

...y éste, negro con franjas blancas, al macho. Reflejado en el ojo, puedes ver cómo el día empieza a clarear en Botswana: ¡un día de cálaos!

La naturaleza de África no sería lo mismo sin estos excepcionales animales: son esa clase de cosas en las que no te sueles fijar, pero que si no estuvieran echarías tanto en falta. Por suerte, ¡están!